La legisladora Andrea Chávez ha determinado meterse a la jaula de los leones por su convicción progresista y aunque es de humanos errar o desesperarse ante el acercamiento a las bestias de la corrupción, al final hace uso de la verdad para que sea ésta, quien impere sobre la mentira y el dolo sabiendo que lo mejor se hace esperar y que a cualquier dolencia su remedio es la paciencia. Es difícil ocupar la misma mesa a la que llegó con récord de votos como candidata a la senaduría federal por el estado de Chihuahua, con otros que ocupan su silla por medio de la vía plurinominal sin campaña ni voto ciudadano directo de por medio, y que no tengan el nivel de ella, sin embargo Chávez Treviño debe considerar que las acciones valientes y adecuadas no buscan justicia ni el reconocimiento reflexivo o el reconocimiento desinformado, sino el cumplimiento de la tarea encomendada. Hoy precisamente, la Suprema Corte de justicia dialoga de manera política aunque se diga sea jurídica, la inconstitucionalidad de una reforma constitucional lo que resulta una junta judicial improcedente pero que trata de invalidar la tarea legislativa progresista que reforma la elección de jueces, en la que ha trabajado Andrea y en donde los jueces atropelladores resultan jueces y partes.
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