Contrario a lo que se piensa, tanto la crítica como la comicidad política resultan un importante soporte para las dictaduras, los gobiernos sometidos por fuerzas extranjeras imperialistas y por sistemas antidemocráticos, siempre y cuando tanto los análisis como los chistes estén bajo el control de una oficina que complazca los fines de sometimiento y los caprichos del mandatario en turno. En por lo menos estos últimos sesenta años, es que en la comicidad y el periodismo mexicano, solamente destacan los apuntes y sketch fuera del oficialismo que se animaron a difundir, el escritor Tomás Mojarro y el comediante Jesús Martínez Palillo, y sin embargo no fueron objeto de una persecución seria o un desenlace mortal. Las marchas, plantones, cartones y escenificaciones o columnas periodísticas en contra de un Presidente mexicano, siempre habían resultado aplaudidos por los espectadores en general hasta gozar de las mentadas de madre al ejecutivo, situación que ya no se presenta ahora, ante un sexenio de recuperación nacional lópezobradorista y que les ha quitado la risa a quienes contaban de privilegios entre los favorecidos del poder, lo que no ha provocado una polarización del país, si consideramos el arrollador número de votos en favor del progresismo, pero sí una fuerte percepción divisionista, al ser los más poderosos y quienes tienen mayor presencia en los medios de comunicación direccionistas, los sometidos al cambio de estructura administrativa pública y presidencial, por lo que lo único que se ha divido y hasta cierta forma, es el poder económico del poder político, y ante tal panorama el horno no está para bollos, para lanzar críticas sin fundamentos o chistes que no sean inteligentes. El público se enoja con quien ataca al bando mayoritario y aplaude al que se suma a éste o lo defiende. Un sector social aspiracionista continúa con su simulación de defender a los poderosos aunque sean sus enemigos históricos para asumir ser parte d euna clase a la cual no pertenecen, y otro sector continúa con el conductismo basado en amaestrar al gobernado para que exprese quejas constantes en contra del presidente, en sustitución de una verdadera herramienta de acción. El globo de tanto inflarse y la liga de tanto estirarse pueden reventar, pero no porque los involucrados tengan en sus planes un enfrentamiento civil o porque la Presidente en turno piense realizar una acción de aprehensiones políticas, desapariciones o despidos como en el pasado, sino porque las declaraciones de famosos, chistes , críticas y memes, no nacen de una originalidad sino de una repetición sin conocimiento de causa, en donde de pronto, el total de la población se asume como experta en leyes, en epidemiologia, en ingeniería aeroportuaria, en el uso de energías limpias y en economía entre otras especialidades con argumentos que solamente parten de oídas, y que ante un debate llegan a situarse, más que en un diálogo, en un enfrentamiento sin intercambios de argumentos sino más bien en un debate con el fin de que exista un ganador en vez de una mutua retroalimentación, por lo que sobresalen los tintes de pleito futbolero, lo que puede ser aprovechado para quien aprovechando lo extremoso del debate, se pueda llegar a descalificar lo bien calificado y defender hasta una invasión a la soberanía, mediante el pretexto de reestablecer la democracia, el orden público y abatir un gobierno dictatorial que brinda plena libertades. Una figura pública y famosa y más quien se dice ser artista o ejemplo social tiene una responsabilidad mayor en sus comentarios públicos, por lo que no deben silenciar ante lo antipatriota pero sí opinar, única y exclusivamente de lo que no se tiene capacidad y no con falta de información certera o capacidad académica al respecto. Aquel dicho de que no se debe hablar de política para evitar pleitos, debe completarse que solamente se puede hablar de política con inteligentes, de lo contrario sí terminará la charla en riña.