No resultaba nada extraño que el maestro más inaccesible en las clases era siempre el más torpe y trataba de cubrirse bajo un personaje para ocultar su deficiencia catedrática. Así los críticos de La Academia que aceptaron realizar un personaje de sabios de la industria musical para tratar de llamar la atención del público al cual no pudieron conquistar en sus carreras frustradas. Lola Cortés por ejemplo, recibía alabos por sus participaciones en obras musicales, cuando como cantante se tuvieron que rematar sus discos por bajas ventas y mientras tanto en los escenarios gozaba de publicidad ante un panorama teatral que no contaba con tantas jóvenes estrellas como ahora, porque se estilaba cerrar las puertas a lo mejor para que resaltara lo mediocre envuelto de alta escuela. La verdad es más lenta que la mentira pero llega, y ahora mientras su regañada concursante Yuridia, que tenía que asumir la postura de principiante en aquel programa de TV AZTECA, resulta capaz de llenar Plazas de Toros y auditorios de nutrida capacidad, y hace historia por tales llenos, y por otro lado, resulta que Lolita tiene que encerrarse en un reality show todavía más vulgar que La Academia, y necesita ordeñar vacas y crear conflictos para cumplir una función de bufón ante los legos televidentes que gustan de La Granja, Big Brother, La Casa de los Famosos y ese tipo de programas.