Aunque hasta el deporte ha sufrido heridas por la guerra,
fue en la tierra bendita mexicana, al pie del Cerro de la Silla, en donde la sangre
de Ucrania y Rusa no se desbordó en el campo sino en los corazones, cuando la tenista ucrana Elina Svitolina y la tenista rusa
Anastasia Potapova, saltaron a la cancha de tenis para el encuentro relativo al
Torneo Abierto de Monterrey. Elina vistió con los colores amarillo y azul de la
bandera ucraniana y anastasia de rojo, pero
ambas sin mostrar sus banderas. En tanto, la guerra entre Rusia y Ucrania
transcurría en su mortal cuarto día, surgía la esperanza de la paz como un rompevientos transformado en una pelota de 58,5 gramos y con un diámetro de 6,67 cm. La
ucrana venció a la rusa en el encuentro desarrollado en Nuevo León, ante la
misma magia que una vez convirtió al desierto regiomontano en esa Ciudad del progreso. Svitolina
anunció horas antes del juego tenístico,
su decisión de no defender el título en el certamen mexicano un día antes de
debutar frente a la rusa Anastasiya Potapova, debido a la actual situación que
atraviesa su país, pero México finalmente hizo el milagro de vivir durante un
partido de tenis, a la paz en su regreso
pronto.