De haber nacido Mariana Rodríguez en el 2002 y no en 1995, la chavacana primera dama del Estado de Nuevo León, desde luego que hubiera sido la candidata de Movimiento Ciudadano para la Presidencia de México, quien ya tenía en sus manos a los electores alejados de la realidad política del país pero afiliados al mundo mediático que puede ser abordado por la belleza y la simpatía aunque no por las buenas intenciones. y es que Publicistas vulgares y sumamente cretinos como Carlos Alasraki o como Antonio Solá que apelaban al elector poco racional para dirigir el voto en favor de sus publicitados, pueden llamar maestra a la esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien con su accionar influencer, en tan sólo diez días mandó al prian al tercer lugar en la carrera a la presidencia de la República, tal y como lo dijo el Presidente de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado al anunciar que se cancela la candidatura de Samuel, quien determinó regresar a su cargo como gobernador de Nuevo León, al quedar atrapado en una lucha de corruptelas que aún no se ventilan de fondo. La intervención de imagen y la presencia de Mariana Rodríguez junto a Samuel, lo llevó a la gubernatura regiomontana y ahora que parecía enfilarlo rápidamente, solamente abajo de Claudia Sheinbaum pero arriba de la ignorante candidata priprdpanista Xóchitl Gálvez quien desesperadamente hasta insultaba a Rodríguez Cantú, tuvieron que dar marcha atrás al proyecto de alcanzar la segunda fuerza del país, lo que debe ser un orgullo para Mariana como lo dijo el Presidente del partido político que se identifica con el color naranja. Al Final una joven con apenas 28 años de edad, quien ni siquiera cumple con la edad legal para ser Presidente del país, resultó más inteligente que las dos mujeres que tienen 60 y 61 años de edad y que luchan por convertirse en mandatarias de la república, aunque Marianita no tuviera una plataforma política ni un proyecto político legitimo sino una búsqueda de intereses de particulares y no en favor del país con intenciones tan perversas como las de la misma Xóchitl.