LENTE OCULTO.-El Presidente López Obrador sin caer en el extremismo mediático
en donde se insiste en los derechos de género en vez de los derechos
generalizados, lo que hace que gobiernos ineficientes en el funcionamiento del
Estado, pareciera quisieran incluir de manera particular al sexo femenino, en
vez de generalizar los derechos de la población; fue claro en señalar la gran intervención
de la mujer que en el pasado no se daba, pero dejó en claro que su gobierno
busca el bienestar y servir a mujeres como a hombres con igual prioridad y
dijo:“…estamos atendiendo a quienes más lo necesitan y ayudando desde abajo a
hombres y mujeres.Y también, pues hemos aportado todos los que estamos aquí,
mujeres y hombres, hemos aportado para que se garanticen los derechos políticos
de las mujeres, que haya más participación de las mujeres en todos los niveles
de gobierno, en todas las instituciones del Estado mexicano”. Despúes la
diputada Andrea Chávez Treviño dio lectura a su discurso, que ha sido
considerado uno de los mejores que se han pronunciado en un marco femenino, en
donde aseguró que atacar la pobreza y la desigualdad por si solo es feminismo.
Y así lo dijo:“Gracias. Saludo con mucho orgullo al presidente que nos devolvió
la esperanza de saber que no estábamos condenadas y condenados a elegir entre
lo mismo y lo mismo. Gracias, presidente.También enviamos un saludo muy
caluroso a una mujer valiente como la doctora Beatriz, que ha sufrido los
ataques más misóginos, más ruines y mezquinos.Como cantaba Amparo Ochoa,
sinaloense, como mi mamá: ‘Mujer, si te han crecido las ideas, de ti van a decir
cosas muy feas’.Las luchas de hoy son los derechos de mañana. Estamos aquí
gracias a las batallas que tantas mujeres valientes dieron durante siglos;
también, gracias a lo que fueron privilegios y poco a poco se están
transformando en derechos: el derecho a comer dignamente, a nacer con acceso a
servicios básicos, a llegar a la universidad cuando una proviene de familia
trabajadora, el derecho de vivir en paz.El ejemplo de sor Juana nos enseñó la
trascendencia que tiene la palabra de mujer. Que este espacio sirva para honrar
y representar los dolores que nos trajeron aquí.Si algo tuvieron en común todas
nuestras heroínas en las grandes transformaciones de México es que impulsaron
desde sus trincheras la revolución de las conciencias, como Gertrudis
Bocanegra, a quien descubrieron sirviendo como correo de las tropas rebeldes y
la torturaron para que revelara información. Nunca habló.Cuánto compromiso se
adquiere cuando las ideas están firmes y ancladas en la tierra. Como Josefa
Ortiz de Domínguez, que destinó todo su esfuerzo durante la Independencia a
convencer e incidir en los corazones más nobles; como Leona Vicario,
periodista, quien entendió a la perfección la importancia de poner la
información al servicio del pueblo; también en la Reforma con Margarita Maza,
republicana convencida, perseguida por los conservadores.En la Revolución, como
Carmen Serdán, quien empuñó las armas para construir la paz; o Adela Velarde,
juarense, revolucionaria, quien nos demostró que el impulso de las ideas no basta,
que se necesita la fuerza de la organización para lograr los cambios que
anhelamos.Uno de ellos, el voto, con Hermila Galindo, emancipadora, quien
defendió que las mujeres tuviéramos el lugar que nos correspondía en el gran
concierto social; o doña Elvia Carrillo Puerto. El feminismo y la izquierda
siempre han caminado de la mano, y uno de los ejemplos más notorios es el de
‘la Monja Roja’, socialista, que desde el sureste de la patria construyó las
bases para el voto femenino.No hay manera de enunciar a todas, porque la lucha
por la libertad de las mujeres es intrínsecamente política, masiva, popular. Y
no lo digo por aquellos que acaban de descubrir esta lucha de siglos y la
utilizan como herramienta de golpeteo electoral, sino porque, en el neoliberalismo,
el patriarcado encontró al perfecto aliado para perpetuar la desigualdad,
porque el neoliberalismo no sólo privatizó los recursos naturales, las empresas
públicas, las áreas estratégicas de la nación, también privatizó la vida y el
cuerpo de las mujeres para reducirnos al valor del capital.Cuando los salarios
se precarizan, cuando los brazos del Estado encargados de cuidar a su pueblo
desaparecen y la corrupción estalla, las más perjudicadas somos las mujeres,
tradicionalmente condenadas a cumplir esas tareas de cuidado en los hogares
propios o ajenos, a los que el Estado no llega.El combate contra la pobreza y
contra la corrupción es una herramienta revolucionaria de la lucha contra la
desigualdad de las mujeres. Si algo es verdaderamente feminista en México es
combatir la pobreza y la desigualdad, porque ambas tienen rostro de mujer.Hoy
son millones de abuelitas, como la mía, que reciben su pensión después de
entregar su vida entera a cuidar a su familia y a esta nación; millones de
jóvenes empoderadas que construyen el futuro formándose con esfuerzo y talento;
las que reciben los créditos a la palabra y pagan su cuota con esfuerzo, pero
sin demora, y las que siembran vida para cosechar bienestar.Falta mucho, pero
los avances emergen. Hoy tenemos siete gobernadoras, la misma cantidad de
mujeres electas en la historia de nuestro país desde que doña Griselda Álvarez encabezó
el gobierno de Colima.Hoy somos tantas diputadas como diputados en el Congreso,
acompañadas de las mujeres valientes de la diversidad, el presupuesto que
aprobamos fue el primero con perspectiva de género ¿y por qué no?, si lo
propuso el gobierno con gabinete paritario de la historia de México.Para eso
sirve la política. Hacemos política porque nos duelen las cosas, porque nos
duele a ver a nuestra hermana acosada en el transporte público, nos duele a ver
a nuestra madre preocupada porque la quincena no alcanza, nos duele ver a las
madres buscadoras en el desierto; hacemos política porque conocemos su
naturaleza transformadora, pero la hacemos desde todos los espacios, no sólo
desde los cargos públicos.Desde que tengo memoria, mi mamá, profesora de
literatura infantil, subía sin rumbo a las inseguras rutas de Ciudad Juárez,
hablando con la gente de un proyecto que priorizaba a las y los más pobres,
contando con los deditos de su mano a todas las conciencias en las que había
logrado depositar la semilla de la esperanza. Exactamente hoy se cumplen 25
años desde que esa señora incansable me regaló la vida.Las mujeres en México
tenemos profundos dolores que nos han llenado el corazón de heridas desde que
nacimos. Como adolescente, viví el horror de la absurda guerra contra el narco
que enclavó su nido en Ciudad Juárez. Con apenas 13 años sufrí el feminicidio
de la madre de mi mejor amiga en la casa en la que yo jugaba todas las tardes;
su hija y yo nos encontrábamos en la escuela.Tenemos historias para las que no
alcanza ningún memorial, tantos nombres y relatos que nunca terminaríamos de
anunciar, pero tenemos la memoria viva y a flor de piel, y nunca olvidaremos lo
que sucedió en aquel campo algodonero, en aquel arroyo, en aquel cerro, en
aquella combi.Tenemos dolores tan profundos que jamás encontrarán cicatriz,
pero no podemos desistir. En este proceso de transformación se abrió una
ventana democrática con un gobierno que no reprime, que no justifica nuestras
muertes, como en el pasado, con un gobierno al que se le pueden hacer críticas
legítimas.Nuestra lucha es por una vida que merezca ser vivida. Gracias a todas
las morras que están en las calles construyendo una vida libre de violencia.Este
día conmemoramos las manos de mujeres que siembran, que cuidan, que alimentan,
que curan, que labran los surcos y los caminos; manos que administran, que
legislan, que gobiernan; manos migrantes que levantan a dos países con su
esfuerzo; manos anónimas generosas y protectoras, cuyos nombres no figuran en
los libros de texto ni en la epopeya de la historia; manos que nos trajeron
hasta aquí.Por ustedes, por nosotras, por las que fueron, por las que serán, hoy
conmemoramos nuestra lucha.Por el bien de todas, primero las pobres.Muchas
gracias”.Al tratarse del día de su cumpleaños, las mujeres presentes de manera
espontanea y frente al presidente de la nación, le entonaron las tradicionales “mañanitas”
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