Quizá únicamente comparable con la sutileza de María Grever o el atrevimiento con la palabra educada de Consuelo Velázquez, con los principios universales del amor en las frases dolorosas de Lara y el juego verbal de Serrat, musicalizados con la travesura de Ella Jane, la explosividad de Elton Jhon, el juego sentimental de Lennon y la revolución de Aretha Franklin, podría ser la definición de Fer Paz para brindarles una idea de su arte a las anteriores generaciones sobre un nuevo y auténtico concepto que ya viven las nuevas generaciones en la gran cantautora. La balada, el Jazz, el indefinido Soul, el pop de nivel, el bolero y hasta los sones tropiamericoafricanos, dan desarrollo a su música en su enriquecedor pentagrama de superdotada. Ante la variedad de gustos musicales, las alabanzas y repudios para nuevas corrientes musicales como ha ocurrido siempre, y ante la industria musical desechable en que algunos oponen resistencia y otros muestran su resignación ante su falta de capacidad de resistencia o fácil convencimiento, es que surge como una natural consecuencia, la guerra romántica inteligente de Paz que con su brillantez impone la evidencia de que en el arte nada estará nunca perdido y de que la música es la única barrera con capacidad de desafiar al tiempo y brechas generacionales a base de la calidad. Fer Paz marca con su peso específico, lo que son las fronteras existenciales entre ser un artista, una estrella o una simple aparición llena de fama. Cuánta falta le hacía a la música la existencia de una Fer Paz.