El talento puede sustituir a la belleza en la televisión y la belleza al talento, pero el efecto de no tener la fusión de ambas virtudes será momentáneo y se borrará con el correr del tiempo, por lo que no combinar la belleza con el talento, resulta casi imposible produzca la trascendencia, que en la televisión obtuvieron figuras como Merle Uribe, Gloria Mayo, Susana Dosamantes, Verónica Castro, Hilda Aguirre, Magally Margarita, Conu dela Mora, Lucía Méndez, Felicia Mercado, Sasha Montenegro, después Victoria Ruffo, Laura Flores, Ericka Buenfil Claudia Casanova, Gaby Ramírez, y recientemente Grettell Valdez, Marisol González, Ariadne Díaz, Gloria Aura, Michelle Renaud entre otras que se abren paso para demostrar su talento tal y como se proyecta por sí sola su belleza. En Latinoamérica el 61% señala que la belleza es el factor más
importante para el éxito social y el 80 lo exige en la televisión de acuerdo a
un muestreo a la zona del planeta que más certámenes de belleza
han ganado en el mundo. Sin embargo a diferencia de la radio o el teatro e
incluso que el cine, estamos convencidos que la televisión exige un rango de
belleza física pero lo absurdo resulta cuando los realizadores de contenidos no
exigen que el talento acompañe a la belleza, ya que un elemento sin el otro no son funcionales, como también resulta perverso que se estereotipe
lo que debe ser calificado por belleza, y se determine, que personajes no la deben poseer en pantalla, debido al su
estado económico, actividad o por
otros aspectos discriminatorios que supuestamente deben adoptar determinados personajes de la telerealización, y que es una situación que se refleja cuando se quiere hacer un
recuento de mujeres famosas en la historia de la televisión en su aspecto
racial en donde domina la tez blanca sobre la morena, la negra o de otras características físicas. La belleza de tal manera, es un ingrediente principal en un medio de
consumo, en donde han logrado filtrarse presencias que además de bellas son talentosas, y que han hecho historia en la pantalla calificada en los años setentas como "la caja idiota" y en este siglo como "la caja rota" ante nuevas alternativas de comunicación y de entretenimiento, en donde solamente las grandes figuras como las que hemos mencionado, son capaces de navegar ante la aceptación colectiva y sin ningún problema.