Los tiburones que se dicen descubridores de estrellas y no son más que cobradores de influyentes, esos que son calificados como genios de la producción y son estupradores de talentos, aquellos que tienen manga ancha en las televisoras para que sigan abasteciendo de productos desechables, inservibles y de consumo fácil para adiestrar al espectador con un direccionismo de débil pensamiento. Son esos carnívoros nadadores en la piscina de la corrupción en donde se ha hundido lo mejor de la cultura mexicana y se ha impedido el crecimiento de los medios electrónicos, quienes no pueden darse cuenta de que nuestro país cuenta con una estrella completa de nivel internacional como Maite Olalde que es sabedora que el talento que ella posee, es un río tan fuerte que nadie le puede impedir, tarde o temprano, llegar al mar. Mientras tanto el público tendrá que esperar su llegada a buen puerto, nadando entre hijos de famosos sin talento pero con aletas.
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