Cómo no obtener una carcajada de aquella vulgar mascaypega chicles que quería ser la primera Presidente de México, o de aquel otro que hasta se dormía en petate para fingir un acercamiento con el pueblo y aconsejaba no gastar su sueldo en cervezas, cómo no recordar los ridículos de los prianistas y otras cosas peores, que hacen reír hasta a quienes nos hacen reír. Alejandro Suárez nos confesó que la oposición le causa el impetuoso ruido que genera una situación risible y recordó a sus excompañeros Héctor Lechuga y Chucho Salinas con quienes se burlaba de aquellos políticos priístas en una época dictatorial en que la mayoría de veces era con el permiso del propio político criticado para hacerse famoso o con el permiso del director del canal de televisión que aunque sabía que le suspenderían el programa, nadie le quitaba haberse burlado o desquitado del influyente, pero sin la libertad de crítica con la que se goza en nuestros días, al menos por parte de quien administra el gobierno federal, incluyendo la secretaría de gobernación.