Ante un presidencialsmo dictatorial, después una intervención de Estado por particulares y el neoliberalismo, es sana la pregunta: ¿Qué han heredado los comunicadores mexicanos del pasado a los comunicadores del presente? ¿Cuál ha sido su mayor aportación social?. Les tendríamos que aprender acaso, a los Zabludovskys y a los Dórigas su complicidad con el poder, a las Aristeguis y a los Gutiérrez Vivós la manera de hacer del periodismo una fórmula mercantilista, y de las Adelas Michas, los Ninos Canún y los Pedros Ferriz, la manera de cachar los recursos públicos para convertirlos en patrocinios privados. Ahora que se abren caminos para ejercer el periodismo libre por medio de la tecnología son los escribanos más caducos quienes alzan la mano para inconformarse sobre los formas de la comunicación actual, mismas manos que tenían escondidas ante la matanza estudiantil del 68, ante la no oposición ni candidatura contraria a la Lópezportillista, ante los fraudes electorales y la desintegración proteccionista del derecho laboral y el saqueo del patrimonio nacional, que únicamente sirvieron para el nacimiento de supuestos intelectuales antigobierno y asociaciones y sociedades alimentadas de manera ilícita. La corrupción que hizo miserable a un país rico, hereda únicamente cadáveres del periodismo a quienes quieren seguir una secuencia histórica revertida, y quienes llegan a un micrófono en suplencia de quienes al perder su credibilidad,no han perdido su voz pero sí oídos que los escuchen. Será el ciudadano común quien tenga que informar al otro ciudadano común en un plan de emergencia, mientras que los comunicadores con buenas intenciones adquieren la experiencia y la sabiduría que se desprenden del oficio periodístico que debe estar distante a los objetivos del enriquecimiento o la superflua fama. En estos seis años de líderes de opinión descabezados, ha sido el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador quien haya tenido que tomar el liderazgo entre comunicadores, en una situación que parece contradictoria e inverosímil, pero que solamente ocurre en las sociedades con alto grado de atraso en donde el presidencialismo dictatorial ha sido la vía de todas las llegadas, y es solamente en la toma de esa vía la manera de hacer otros caminos. En las semanas de la finalización de su sexenio, el Presidente López Obrador abrió las puertas de Palacio Nacional que solamente tenían llave para los periodistas soportes del sistema, y dio entrada al Primer Encuentro Continental de Comunicadores Independientes, conformado por creadores de contenido digital en donde la mayoría requieren mayor profesionalismo noticioso pero en donde la minoría cuentan con los vicios alimentados por la corrupción que impusieron los medios corporativos, y que no dejan de ser apantallantes en sus escudos y ejemplo de fama y riqueza para algunos desviados de lo que es el oficio y el valor periodístico. Con el llamado del Presidente de la República para que los comunicadores independientes alcen la voz, contrasta aquellos llamados peñistas y sobretodo calderonistas que hacían el llamado a comunicadores no independientes a bajar la voz hasta callarse. Hoy la voz periodística puede escucharse entre un eco de mugidos que quieren regresar al pasado de privilegios corruptivos y que inútilmente tratan de detener el inicio de un periodismo que puede ser de avanzada con receptores de avanzada en lo que el lópezobradorismo ha llamado "la revolución de las conciencias" y que para ello, se ha basado en sus conferencias matutinas que también son dignas de análisis al nacer del propio ejecutivo el diálogo circular y la no censura, que fueron situaciones que no se vivieron en otros sexenios en donde se normalizó la cita del comunicador con el Presidente que lo llamaba a su oficina para dictarle línea o para censurarlo como en el caso de Rocío Sánchez Azuara que se le prohibió exhibir la violencia que se estaba iniciando en este país de manera singular e incontenible, y que en el actual sexenio no han existido límites para la información hasta llegar al abuso de algunos comunicadores.