Los supuestos aires de clandestinidad, la mentira de formar parte de una propuesta antisistema, la falsa denuncia musical en plena persecución juvenil en el año de la matanza estudiantil de Díaz Ordaz, realmente, fueron un disfraz de creación de EL TRI de Alex Lora, como un grupo rockero orgánico para aglutinar en un solo sentido, nada menos que el control de expresión juvenil a la cual se le cerraron las puertas en las televisoras y también se les penalizaron las calles al prohibir las manifestaciones y los conciertos de rock en vivo, bajo la invención de haber ocurrido un desorden social en el concierto de Avándaro, organizado para esa apariencia por Luis de Llano que siempre ha servido de estratega para Televisa, empresa que también apoyó a El Tri de manera secreta, para provocar el desvanecimiento de una nueva expresión generacional y que se escucharan los temas del grupo rockero mencionado, pero como si fueran promulgaciones de dominio público y no producto de la publicidad subterránea que les evitaba aparecer en la pantalla del canal 2. Por un lado, la banda de Alex Lora tenía como integrante a una mujer cuya función única consistía en ser fiel y servil a su cónyuge sin trascendencia alguna para la banda y para las cientos de jóvenes que ardían en rebeldía ante modelos obsoletos, en donde los suéteres de César Costa y las malteadas de Angélica María ya no encajaban para quienes deseaban ilustrarse en la Universidad pública y apelar por la falta de libertad y educación sexual, así como la desigualdad social que se veían supuestamente reflejadas en los temas de El Tri, en grabaciones de discos que "casualmente" no se producían en casas fonográficas independientes, sino en grandes empresas de la industria musical como lo son Fonovisa de Grupo Televisa, Warner Music y Universal Music, hasta agotar 30 millones de discos vendidos, y nominaciones al Grammy, como premio al fomento del direccionismo para la queja sin acción y la crítica repetitiva, inoperante y sin importar las circunstancias históricas, que se acompañaba con una mentada de madre, lo mismo para el Presidente Salinas que para Fox o para Peña en el ocaso o después de su administración, aprovechando la debilidad de los sexenios de cada mandatario, y sin excluir al Presidente Andrés Manuel López Obrador con un 75 por ciento de preferencia entre los mexicanos de los cuales el cuarenta por ciento son jóvenes, aunque con el asecho mediático empresarial en su contra, durante su mandato. Mientras las generaciones rockeras se refugiaban en bandas extranjeras como Kiss o en las pocas mexicanas como Zig Zag, que aún siendo nacionales y copias de otras extranjeras, poco se les permitía grabar en español y mucho menos grabar en las mismas casas disqueras que grababa El Tri -y que han quedado antes señaladas-. Y es que el Tri logró juntar éxitos que ahora festejan con 55 años de carrera, bajo un concepto que nació en pleno reclamo estudiantil y un día antes de la matanza del 2 de octubre de 1968, pero sin abordar confrontalmente el tema de la dictadura presidencialista y excluyendo de su clásica mentada de madre, al genocida titular del ejecutivo federal que estaba en turno, y cuyo festejo ahora radica en la realización de conciertos en donde la distribución de los boletos están a cargo de una empresa monopólica para asistir al Roseland Theatre y a la Arena Ciudad de México, en donde el vocalista de El Tri ha sido acusado de diferentes plagios, como el caso del tema dedicado al Metro Balderas del genial Rockdrigo fallecido en el terremoto de 1985 en México, y otros temas de Harvey Mandel, mismos que dibujan una parte de la sociedad con carencias a la que poco les importa salir en la televisión comercial y ser captados en la videograbadora de su progenitora.