El mensaje antidireccional es la herramienta ética con la cual un comunicador presenta opciones para que el receptor no sea manipulado respecto a un punto de referencia único que le impida fortalecer su criterio en base a la información real y así evitar el engaño masivo que puede darse por un bombardeo con fines que den un resultado masivo sin criterio propio sino por medio de la imitación de una narrativa. Es el mensaje direccionista quien logra el voto voluntario en favor de una situación adversa que a base de la domesticación intelectual al final es aceptada. también es la base del comportamiento cuya estrategia para la obediencia nace al mismo tiempo que nació la propaganda, que alcanzó masividad con el invento de la imprenta, luego el cine, para alcanzar un mayor número de personas por medio de la radio quien más tarde sería superada de manera extrema por la televisión y de manera inimaginable, ahora por el internet. El periodismo reduce el direccionismo con la veracidad que sufre el dilema entre hacer lo correcto y la persecución con renuncia de privilegios. Los periodistas que actúan bajo el buen proceder saben por convicción, que su comportamiento no cambiará al mundo y muchos los calificarán de combatientes inútiles y los corruptos de tontos, pero la persistencia de la ética en la comunicación la efectúan los periodistas que saben que no están para cambiar el mundo, ni tienen esa intención que es torpe, ya que lo inteligente y la aportación por mínima que pueda ser, no es para cambiar el mundo pero si mejorar su entorno y la satisfacción del cumplimiento del deber sin falsos triunfos.
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