La dictadura basada en la enajenación y el control electoral
como la que vivió México durante más de 50 años disfrazada de democracia
partidista, tuvo como estrategia de dominio, siempre lamentarse sin capacidad de acción, como supuesto sinónimo de
libertad de expresión con una inyección de baja autoestima como parálisis de lucha y rebelión,
para fomentar como único recurso de defensa, la corrupción y el conformismo. De ahí
frases de autodescalificación como –eso solamente pasa en México- o sarcasmos
como –mexicano tú puedes-, -estamos en México- con lo que nos interiorizábamos frente a los
imperios y saqueos extranjeros, y exigencias llenas de direccionismo ignorante como: –para eso les pagamos con
nuestros impuestos y sí no pueden, renuncien-. El fútbol como fenómeno social y
fuente de control en México y en casi todo el mundo pero con diferentes
estrategias, es que en nuestro país, sirvió como formación para que el
mexicano viera en su selección un equipo superdotado, con todos los elementos
para resultar campeón del mundo, pero que a la hora crucial de dar el último pasó al éxito, el complejo
azteca los derrumbaba, cual elector que votaba por aquel partido arrollador que
brindaba protección, Estabilidad y progreso pero que a la hora de dar
cumplimiento a la fortaleza del Estado y al plan de gobierno, resultaba
confiable e inoperante. Tales situaciones
resultaban tan repetitivas cada cuatro años en los mundiales y cada seis en los
cambios de Presidente, que se aceptaron como normales, y parte de la herencia de la conquista española para marcar un destino
fatal, en donde nadie podía evitar que el pobre siempre fuera pobre, el
triunfador siempre fuera corrupto y el PRI siempre ganara la presidencia. La
base de este control intelectual y social se mantuvo en el presidencialismo dictatorial y en la
dictadura empresarial fortalecida con el clasismo y aspiracionismo capitalista, aún más superlativo con la llegada del
neoliberalismo globalizado, y que para el caso de México, ahora se ha llamado porel gobierno de izquierda como “neoporfirismo”.
De ahí que una selección mexicana colocada en el lugar quince del mundo respecto a una
federación internacional de Fútbol Asociación con más de 211 países, es decir
con más afiliados que la propia ONU que tiene 193 países, es que cada cuatro años le
demos la dimensión de un equipo de héroes
y luego de un bando de derrotados, guiados por un entrenador como único culpable
cuando cuatro años atrás parecía resultar nuestro salvador de la patria, por el
simple hecho de ser extranjero. Hoy el “Tata Martino” extécnico nacional, es el enemigo público
número uno, como en el 70 lo fue Díaz Ordaz con Echeverria, en el 82 López Portillo,
en el 94 Salinas de Gortari y ahora por inercia se quiere fomentar el odio
inmerecido al actual Presidente del país, que ha resultado transformador, como
en el caso en que se crucificaba mediáticamente y de manera injusta, a Ricardo
La Volpe que formó a la selección de fútbol que mejor ha jugado de todos los tiempos, a Bora que sí llegó al
quinto partido en 1986 y a quienes han logrado resultados históricos como
derrotar a Alemania y que han puesto en jaque a potencias futbolísticas como
Holanda, Italia, Francia y al propio Brasil. En consecuencia de lo aquí expuesto, el sembradío
de ideas de cambiar sin en el fondo hacerlo, y sin herramientas educativas ni una recontraprogramación de la conducta direccionista, nos lleva a que una
selección mexicana que ha logrado estar entre los primeros lugares de torneos
oficiales de la FIFA, la Concacaf y la Conmebol, con campeonatos del mundo
infantil y medallas olímpicas recientes, -que es el torneo futbolístico más
importante después de la Copa del mundo-, sigan siendo llamados “los ratones
verdes” y el fracaso mundialista más grande de todos los tiempos, aunque haya sido un
solo gol, lo que nos separó del grupo compacto en donde estaba Polonia, Argentina y Arabia Saudita. Y así la
selección mexicana de fútbol en su participación en Qatar, resulta etiquetada con el peor de los fracasos, con la falsedad de ser mayor al que se tuvo en Argentina 78, mientras que por otro lado, perdonamos y no le quitamos ni un solo grado de potencias mundiales, ha
selecciones que han venido decepcionando cada mundial, como Alemania con dos eliminaciones
consecutivas en cuartos de final del mundial de Rusia y Qatar, o la no
calificación de Italia en mundiales
consecutivos, y la eliminación de equipos que admiraban al mundo en el 2018
pero que no llegaron ni al mundial de Rusia, como lo fueron Chile y Holanda,
hoy llamado Países Bajos. Mientras tanto se menosprecia que México sea de las
selecciones que a más mundiales ha calificado y ha asistido junto con Brasil que tiene 22, Alemania con 20 , Italia y Argentina con 18, y México con 16, por arriba de Inglaterra, Francia,
Estados Unidos y la propia España que en este mundial de Qatar tuvo mejor
suerte que México y un solo gol lo llevó a calificar a octavos de final cuando
Costa Rica estuvo a punto de eliminarlos junto a Alemania, de una competición
que se juega desde 1930 y en donde solamente han resultado campeones, ocho equipos en el mundo. Aquel Hugo Sánchez que salió del estacionamiento del aeropuerto de la CDMX,
escondido entre los asientos del autobús apedreado por ser el equipo mexicano, el último lugar en
Argentina 1978, y que después siendo la
gran figura de la liga española y -uno de los mejores extranjeros que han
llegado al Atlético de Madrid y al Real Madrid-, y que no pudo jugar el Mundial de Italia 1990 al
haber suspendido a México del mundial por un acto tramposo en un mundial sub20,
que en verdad han sido los dos grandes fracasos de la selección mexicana y no
este de Qatar 2022, también ha sido protagonista y testigo, de un equipo
mexicano que a diferencia de otras potencias deportivas, no había dejado de
calificar a octavos de final de 1994 al 2018 de manera consecutiva, y que antes
de esta racha, había logrado llegar a cuartos de final en 1970 y en 1986 siendo
país sede de la cita mundialista.
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