ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- El periodismo es un oficio que se puede robustecer con diferentes técnicas y ciencias, pues equivocado está aquel que estudia una carrera de periodismo con el fin de ser periodista, cuando la vocación experimental es lo que va armando dicho ejercicio. Las carreras universitarias y técnicas basadas en las ciencias de la comunicación que nacieron para satisfacer con una licenciatura, a la clase aspiracionista y adoradora de los títulos colgados en la pared, pueden llenar de información al estudiantado sobre situaciones que pasan en un local de transmisiones de televisión o de radio o en una cabina; igualmente sobre el vocabulario técnico de transmisión y el acomodo de imagen y voz, pero será la ética, la ciencia política, la sociología, la técnica del trabajo social, la lingüística aplicada y diacrónica, entre otros estudios, quienes darán forma a las bases del periodismo, -aunque no son ramas por ser un oficio la labor informativa-. Luego, con las bases del conocimiento científico pero también empírico, vendrá el latir vocacional para definir en que ámbito se quiere aplicar el oficio, situación que es muy diferente a lo que en una ciencia se denomina como especialidad, sino más bien es la aplicación del oficio a una especialidad, de ahí puede producirse el periodismo en arte, en los deportes, de contenido social, de ciencia, periodismo jurista , y así, cuanta ciencia, técnica o acontecimiento pueda ser cubierto. Quienes fueron a la escuelita de periodismo para obtener un título o quienes se lo otorgaron como vendimia académica, sin tomar en consideración lo anterior, pueden ser el efecto de que los medios de comunicación hayan sido testigos silenciosos de una dictadura intelectual direccionada, en donde se ha buscado la fama y la ganancia corruptiva, antes que brindar un servicio social basado en sus bases principales, que son la búsqueda de la verdad, la responsabilidad social, la independencia en el ejercicio y la honestidad en su realización. Quizá por eso los que hoy se desgarran las vestiduras con el grito de “Todos somos Loret”, aplauden a quien buscando únicamente una posición económica se introdujo en el mundo de la comunicación en continuación de su abolengo acomodaticio, y sobornador , o reconocen a aquellos cuya vocería solamente puede justificarse con un atuendo de payaso, o como quienes autonombrándose teacher o supuestamentamente escribiendo textos que son muy atesorados en la Escuela de periodismo Carlos Septién, resultaron ser charlistas del sistema y no periodistas, como sí lo es, Rubén Luengas quien estudió Ciencias Políticas, Tomás Mojarro quien estudió Teoría del Estado, Lorenzo Mayer quien estudió Relaciones Internacionales, Fernando Marcos quien estudió la Licenciatura en Derecho, Renato Leduc estudioso de la literatura o muchos otros quienes han demostrado que el oficio del periodismo es importante desarrollarlo con el respaldo de un estudio profesional. La diferencia entre un periodista y un comunicador entrenado para ser un propagandor de opinión o un rumorista de contranota, solamente puede ser diferenciado por un lector, radioescucha, televidente o internauta inteligente, y no por aquellos visores atrapados en un esquema de dominio intelectual retrograda. Cualquier estudiante deseoso de conocimiento, de brindar beneficios a su país y en el empeño del crecimiento intelectual, siempre debe ser reconocido, y sin duda tiene todos los elementos para desarrollar el periodismo que con urgencia necesitamos, pero también debe estar consciente, que haya donde haya estudiado, que el periodismo es un oficio vocacional y no una profesión coronada con una licenciatura, como lo quieren vender aquellos que buscan u obtienen ganancias con dichos certificados de estudios. Con la ciencia, el oficio del periodismo debe ser profesionalizado.