No sabemos que tanto pueda afectar a la seguridad nacional de ambos países, pero el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador reveló un secreto, respecto a su encuentro con el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en la visita que sostuvo el Jefe de Estado mexicano en la Casa Blanca. El Presidente López Obrador confesó que durante el encuentro en una de las salas de la casa de gobierno de los Estados Unidos, en ningún momento se desabrochó los botones de su saco durante la conversación con el Presidente más poderoso del planeta, pese a las críticas que recibió de diferentes medios de comunicación y analistas políticos que bien podrían estar en los programas de chismes sobre famosos. Aunque el presidente Biden también se comportó de una manera fuera de la norma de etiqueta, al mostrar sus calcetines y parte de su pierna al portar un pantalón de medidas cortas, las criticas de los antiprogresistas calleron en el mexicano. Por lo que López aseguró que la razón por la cual no se desabrochó el saco, fue con el plan estratégico y de inteligencia, para que no se le viera su panza, que ha aumentado, debido al exceso de consumo de antojitos mexicanos.“Primero decían que como no había asistido a la Cumbre que
no me iban a volver a recibir en la Casa Blanca, que me iban a regañar, que me
iban a jalar las orejas. Luego los especialistas del antiguo régimen, del
neoliberalismo, los internacionalistas, decían, ah, pero no es visita de Estado…
Toda es formalidad casi monárquica, los fascina. Pero cuidado, a los regidores
de la etiqueta tampoco les iba a gustar el saco abierto, porque esa panza,
dirían era “por la barbacoa, por los tamales de chipilín, los chanchamitos, los
tlacoyos, la torta de chilaquil, la guajolota y todo eso”, aseguró el Presidente,
para explicar detalladamente porque evitó el botonazo.Con el saco abrochado, le dijo a Biden : “Este es el segundo
encuentro que en apenas ocho meses sostenemos con usted, presidente Biden, aquí
en la Casa Blanca, pero, como lo he expresado, las circunstancias actuales nos
demandan estrechar aún más los lazos de amistad y cooperación, actuar juntos
antes los grandes desafíos que enfrentan nuestros países.Y vaya que vivimos
tiempos difíciles. Primero, fue la pandemia con sus secuelas de muerte,
sufrimiento y daños a la actividad productiva; y ahora la guerra en Ucrania, la
cual no sólo ha dejado dolor y destrucción, sino que agravó la crisis económica
e impulsó la (inaudible) inflacionaria que padece el mundo.De modo que vengo a
verle, presidente Biden, para expresarle, en nombre del pueblo de México, la
disposición a trabajar juntos en bien de nuestras naciones. Esta no será la
primera ni la última ocasión en que cerremos filas para ayudarnos mutuamente. A
pesar de nuestras diferencias y de agravios, que no resultan fácil de olvidar
ni con el tiempo, ni con buenos deseos, en muchas ocasiones hemos podido
coincidir y trabajar como buenos amigos y verdaderos aliados.Durante el
gobierno del presidente Franklin Delano Roosevelt se hizo patente una política
que nosotros consideramos eficaz y fraterna. Eran otros tiempos, pero existían
circunstancias parecidas a las actuales, y de esa política debemos de extraer
buenas lecciones, porque la historia es la maestra de la vida.Cuando el
presidente Roosevelt llegó a la Presidencia el 4 de marzo de 1933, Estados
Unidos padecía una de las crisis económicas y sociales más profundas de su
historia. Por eso, con definición, arrojo, aplomo, desde los primeros días de
su gobierno lanzó un torbellino de iniciativas que cambiaron al país e
infundieron nuevas esperanzas entre los habitantes de Estados Unidos. Asimismo,
durante su administración aplicó una política de buena vecindad con los países
del continente americano. La autenticidad de esta política tuvo su mejor
ejemplo en el respeto a la soberanía de nuestro país.En esa época, en México,
el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas emprendía reformas profundas. Fue
entonces, en 1938, cuando se llevó a cabo la expropiación petrolera. Sin
embargo, las diferencias se resolvieron mediante el diálogo y la colaboración
con dignidad.Esa política de respeto a la soberanía de las naciones dio frutos,
creó condiciones favorables para que los gobiernos de Estados Unidos y de
México actuaran como aliados en la Segunda Guerra Mundial.La alianza fue mucho
más allá de la mera cooperación en el esfuerzo bélico. Cuando Estados Unidos
entró a la guerra, miles de estadounidenses fueron reclutados por las Fuerzas
Armadas, y esto causó que la agricultura se quedara sin fuerza de trabajo. A
los granjeros les urgía mano de obra, como ocurre ahora en restaurantes,
fábricas, construcciones y en el campo.En esas circunstancias, en 1943, el
presidente Roosevelt reconoció la realidad y tomó la decisión de apoyar el
programa Bracero, por el cual miles de jornaleros agrícolas mexicanos
ingresaron a Estados Unidos de manera legal para ayudar en la producción de
alimentos. Incluso, durante la construcción del ferrocarril en Estados Unidos,
en los años de 1943 a 1946, se contrató a 130 mil trabajadores mexicanos
mediante este procedimiento pactado por ambos gobiernos.Ciertamente, el
programa no estuvo exento de errores, abusos e incumplimientos, pero, sin duda,
dio buenos resultados en lo productivo y laboral. Fue un marco más seguro y con
menos violaciones a los derechos humanos, si se compara con las disposiciones
migratorias actuales.Algo parecido a este programa es lo que proponemos ahora.
Es cierto que ya nos une e integra el tratado México-Estados Unidos y Canadá,
pero todavía hay márgenes para intensificar nuestra relación bilateral. Por
ejemplo, las altas tasas de inflación tienen que ver con los desajustes de la
economía mundial, por la pandemia y la guerra en Ucrania, pero también debemos
reconocer que desde hace tiempo no estamos produciendo lo suficiente. En las
últimas tres décadas se aceptó de manera cómoda que China sería la fábrica del
mundo, con la falaz idea de que en la globalidad no era necesaria la
autosuficiencia alimentaria, energética y de otros bienes, porque podíamos
importar lo que necesitáramos. Sin embargo, la realidad actual nos hace ver que
es indispensable producir lo que consumimos en nuestros países y en nuestras
regiones. Sin llegar al extremo de cerrar nuestras economías, debemos pensar
que el desarrollo de las naciones depende, en lo fundamental, de su capacidad.Mi
propuesta coincide con sus planteamientos y puede resumirse en cinco asuntos
básicos de cooperación: Desde que comenzó la crisis energética, México ha
destinado el 72 por ciento de su producción del petróleo crudo y combustóleo de
exportación a las refinerías de Estados Unidos, 800 mil barriles diarios.Asimismo,
decidimos permitir, en tanto baja el precio de las gasolinas en Estados Unidos
—y ojalá y le aprueben el Congreso su propuesta de bajar el precio— en tanto
baja el precio de las gasolinas en Estados Unidos se ha permitido que
estadounidenses que viven cerca de nuestra frontera puedan cargar sus
automóviles del lado mexicano a menor precio.Actualmente, ya se está
abasteciendo a automovilistas de Estados Unidos en gasolineras ubicadas en las
ciudades fronterizas de México, pero podríamos incrementar nuestros inventarios
de manera inmediata. Nos comprometemos a garantizar al doble el abasto de este
combustible, lo cual sería un considerable apoyo.Al día de hoy, la gasolina
regular cuesta 4.78 dólares en promedio de este lado de la frontera y en
nuestro territorio tres dólares con 12 centavos.Quiero aclarar algo y
aprovechar para agradecerle. La mayor parte de esta gasolina la estamos
produciendo en la refinería de Pemex que usted nos permitió comprar, en Deer
Park.Dos. Ponemos a disposición de su gobierno más de mil kilómetros de
gasoductos a lo largo de la frontera sur con México para transportar gas de
Texas a Nuevo México, Arizona y California, por un volumen capaz de generar
hasta 750 megawatts y abastecer a tres millones de personas, aproximadamente.Tres.
Aun cuando el tratado ha avanzado en eliminar aranceles, existen algunos otros
que podrían suspenderse de inmediato, y hacer lo mismo con medidas
reglamentarias y trámites tediosos en comercio de alimentos y otros bienes, que
aminoren los precios a los consumidores en nuestros países, cuidando sólo la
salud y el medio ambiente.Cuatro. Iniciar un plan de inversión privada y
pública entre los dos países para producir bienes que fortalezcan nuestros
mercados y se eviten importaciones de otras regiones o continentes.En nuestro
país seguiremos produciendo petróleo en tanto se consuma la transición
energética. Se establecerá con inversionistas estadounidenses plantas de
licuefacción de gas, de fertilizantes y se continuará impulsando la creación de
parques solares en el estado de Sonora y otros estados fronterizos, con el
respaldo de termoeléctricas y el tendido de líneas de transmisión para producir
energía en el mercado interno y exportar a estados vecinos de la Unión
Americana, como Texas, Nuevo México, Arizona y California.Es importante
mencionar que hace dos meses tomamos la decisión soberana de nacionalizar el
litio, un mineral, un insumo que resulta fundamental para avanzar en el propósito
de no depender de los combustibles fósiles y que estará disponible para la
modernización tecnológica la industria automotriz entre nuestros países.Cinco.
Ordenar el flujo migratorio y permitir la llegada a Estados Unidos de obreros,
técnicos y profesionales de las distintas disciplinas, mexicanos y
centroamericanos con visas temporales de trabajo para asegurar que no se
paralice la economía por falta de mano de obra.El propósito es contar con la
fuerza de trabajo que demandará el plan propuesto por usted y aprobado por el
Congreso de destinar más de un billón de dólares para la construcción de obras
de infraestructura.Asimismo, es indispensable, lo digo de manera sincera,
respetuosa, regularizar ya y dar certidumbre a migrantes que desde hace varios
años trabajan honradamente y contribuyen al desarrollo de esta gran nación.Sé
que sus adversarios, los conservadores, van a pegar el grito en el cielo, pero
sin un programa atrevido de desarrollo y bienestar no será posible resolver los
problemas ni conseguir el apoyo del pueblo.Frente a la crisis, la salida no
está en el conservadurismo, sino en la transformación, actuando con arrojo,
transformar, no mantener el statu quo. Por nuestra parte, actuamos de buena fe
y con toda transparencia, porque no debe de haber egoísmos entre pueblos amigos
y vecinos. Además, integración no significa hegemonía ni sometimiento”. Y le
concluyó diciendo: “Y a usted, presidente Biden, le tenemos confianza porque
respeta nuestra soberanía. Estamos dispuestos a seguir trabajando con usted en
beneficio de nuestros pueblos. Cuente siempre con nuestro apoyo y con nuestra
solidaridad”.