Parece que no basta la aceptación del público y tener el talento que indiscutiblemente tiene Alejandro Sanz, cuyo apellido real es Sánchez; para lograr esa meta que muchos llaman éxito, aunque esté muy cuestionada, y que radica en gozar de popularidad a nivel internacional. El precio para lograr ese estatus lo ha tenido que pagar el español, que siendo un artista de alto nivel, se tiene que adherir a la política neoliberalista de su casa disquera e intervenir tanto con sus opiniones y con supuestas acciones solidarias, en la política de Venezuela, en una situación que solamente le incumbe al pueblo venezolano, cuando por otra parte, Sanz no se manifiesta de la misma manera con el desastre económico y social que vive España con su mal gobierno. Además de la propaganda anticomunista a la que se han tenido que adherir varios famosos por conveniencia y divorcio de honestidad, ahora también Alejandro Sanz ha tenido que pagar la Estrella del paseo de Hollywood, cuya tarifa debe cubrirse en dólares para supuestamente costas de mantenimiento, que no es más que un negocio parasitario. Al cumplirse en el 2021, los 500 años de resistencia indígena ante el genocidio español en América, principalmente de México-Tenochtitlan, por lo que el gobierno mexicano encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha pedido a la Corona una disculpa histórica, tal y como ya ha cumplido con ella , la Iglesia Católica por medio del Papa Francisco; no resulta casual y de simple coincidencia, que en la ceremonia de la Estrella de Hollywood sellada por Alejandro Sanz, tuviera que estar el comprador homenajeado, acompañado de la actriz de ascendencia mixteca, de Tlaxiaco, Oaxaca, Yalitza Aparicio, para alimentar la doble moral racista e intervencionista del país que le ha dado a Sanz, varios Grammys y ahora una Estrella de la fama, como noveno español que la paga y cuyo talento no le es suficiente y bastante para destacar a nivel mundial, sino que también requiere de la vendimia de su ideología que le hace perder credibilidad como autor, y la compraventa de estatuillas que pretenden certifican su talento, aunque sea de una manera engañosa e inmoral.
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