Así como existen todo tipo de ciudadanos, existen todo tipo de televidentes; y resulta claro que el televidente inteligente, aquel que llamamos el otro espectador, y que nada sabe del influyentismo que brinda una zona de inmovilidad confortante, a quienes suplen creatividad por mediocridad; ese tipo de receptor pensante, es el que sufre y se desespera, cuando encuentra en su pantalla a una artista brillante como Gloria Aura, con un enorme talento, con una presencia excepcional, con la dosis que al artista lo convierte en estrella para marcar épocas, y que sin embargo, no sepan que hacer con ella, que no sepan aprovecharla por la incapacidad innovadora, original y creativa, que en nada ayuda aquellas que si son verdaderas figuras como lo es ella. La televisión en la que ahora participa Gloria Aura,le queda chiquita ante la dimensión de su potencial artístico.