LENTE OCULTO.-El decreto de liberación por injusticia encarcelaría es una
acción de gran importancia para ser considerada por el Comité Noruego del Nobel
para brindar reconocimiento por la paz al presidente de México Andrés Manuel López
Obrador, esto aunado al desenmascaramiento de operadores para el saqueo nacional
de su país, su derrocamiento en el gobierno de manera pacífica y la revolución
electorera y presidencialista en la restauración del gobierno mexicano.El
Estado que resulta el protector por excelencia de la agrupación humana, también
se puede convertir en el mayor agresor de su colectividad o de un individuo,
por lo que desastres sociales como los que han ocurrido en la nación mexicana,
ante el abuso del gobierno, la entrega de dominio para la opresión y
condicionamiento para empresas particulares y cuya acción se refleja en la distorsión social y en el sometimiento
funcional económico; solamente pueden tener una restauración no violenta, por
medio de la recuperación del buen gobierno y del Estado de Derecho, que puedan
reestablecer lo que de otra manera óptima, se logra con la conciencia social armada. Al
no desear por ningún motivo el derramamiento de sangre aunque se acompañe de conciencia social que es lo que ha acompañado a las verdaderas revoluciones y
no a simples estallamientos sociales, es por lo que resulta clave para el momento histórico y
político que vive nuestro país, la reacción humanista, honesta, legal y
política del titular del ejecutivo federal que es el presidente Andrés Manuel López
Obrador quien se ha declarado un mandatario izquierdista y confrontado con el
neoliberalismo. Sus acciones de recuperación y moral que le brindan la
legitimidad y congruencia con que ha llegado al poder de la nación mexicana,
también le ha dado el liderato para
revertir acciones del pasado que eran en
perjuicio del país, y que se ha visto
reflejado en el nuevo andar económico, al detener un endeudamiento deliberado, y
limitar el accionar que tenía la figura presidencial en operación del saqueo
económico y la entrega a particulares, en su mayoría extranjeros, así como las
buenas medidas emergentes ante la resistencia antiprogresista y las medidas de
salud ante la pandemia mortal que embarga al mundo. Es ahora, que López también ataca el sistema
jurídico encaminado a convertir las cárceles mexicanas como un sótano para
opositores y un pseudohotel generador de importantes honorarios y nulas asistencias para los privados de su libertad y sujetos al proceso
penal, lo que hacía conveniente a la perversidad del sistema, tener
encarcelados inocentes o mal juzgados y por más tiempo. Es por lo que tanto
esta acción que se hará efectiva por decreto, antes del próximo mes de septiembre
como otras que se han ejecutado en beneficio de la nación, tendrían que señalar
como candidato al Premio Nobel de la Paz, al Presidente de México Andrés Manuel
López Obrador quien por su manera de pensar ha sufrido persecución de Estado y
ha realizado acciones que de no haber sido oportunas, ya hubieran desatado un
colapso violento en el país. Aunque existen rubros pendientes y de urgencia
para México, que el propio Andrés Manuel López Obrador no oculta y reconoce,
como la plena pacificación del país, reestructurar un modelo educativo de
excelencia y regresar las condiciones laborales que arrebató el empresario a
los trabajadores, como es la jubilación en vez del desprotector AFORE y
la abrogación de deudas estratégicas de subordinación como el FOBAPROA acompañada de la manipulación bancaria y de servicios
públicos; lo realizado cabalmente por el Presidente en la mitad de su sexenio con todo y el ataque mediático, y la revolución electorera y presidencialista
que ha efectuado, deben ser situaciones que
le brinden a López Obrador el
merecimiento para el Nobel junto a personajes como Abiy Ahmed Ali, Nadia
Murad, Tawakkul Karman, Malala Yousafzai que lo han obtenido o junto con mexicanos
como Mario Molina en Química, y otros
con menos merecimiento que Andrés Manuel López Obrador, como el intelectual
orgánico que fue Octavio Paz en literatura y Alfonso García Robles bajo la protección burodiplomática priísta.