Para muchos aparecer en televisión puede ser un capricho,
buscando la fama y provocando envidias. Aunque resulta clara la línea divisoria
entre ser una persona pública y una persona famosa, lo cierto es que cualquier
medio masivo es un instrumento para tales efectos que para unos resultan
prioritarios y para otros nos resultan producto de un solo eso, un efecto. Y así resulta, para quien busca que su pensamiento escrito o hablado sea lo que se
difunda y no tanto sea el aparador para quien lo difunde, aunque esto no debe implicar, buscar no salir a cuadro y ser un crítico basado en un
anonimato, sino por el contrario que el comentario o la labor informativa sea frontal
y con rúbrica. Por lo que para muchos los medios; medios son, y la
importancia de participar en ellos, es únicamente como vehículo fundamental para
desarrollar una vocación que parte de un
comportamiento profesional pero también espiritual y con la responsabilidad de
sostener nuestra forma de ser y de actuar, de asumir y de enfrentar las cosas. Cada uno en su
profesión, en su oficio o en su labor humana que hayamos determinado efectuar y
que gozamos del lujo de hacer lo que ayer soñábamos, y por tanto, tenemos una obligación
personal adquirida pero también social, que se vuelve casi irrenunciable.
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