Y en la mesa, alzó su copa; ya todos habían dado su discurso dedicatorio; solamente faltaba quien amaba a México, quien se apasionaba por el arte y quien disfrutaba de su música. Con todo su conocimiento y a minutos de que se registrara este nuevo año, sujetó más fuerte el recipiente para la bebida, y una vez que lo tuvo en lo alto, entonces dijo: "Brindo por la mejor voz que nos haya regalado la orgullosa tierra de Oaxaca". No tenía que mencionar su nombre, ni lo hizo; todos sabíamos que se trataba de Itzel Hernández.
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