Los honores militares y de Estado, que le fueron realizados a JOSE JOSE como homenaje, el canto que le fue dedicado en el Zócalo de la República y la presencia de sus restos en Bellas artes, parecen ser el pago de una deuda que tenían pendiente, al no abrirle las puertas de Bellas artes en vida, al mejor intérprete romántico de todos los tiempos de la historia musical universal, y que fue mexicano y oriundo de la Ciudad de México.