Ricardo González Gutiérrez mejor conocido como Cepillín recibió un nuevo homenaje por parte de Galerías Plaza de las Estrellas que entregó Placa Especial de Manos de Bronce al payasito de la tele que aparece en los pasillos de las celebridades inmortales.
CEPILLIN TODO UN CASO
LENTE OCULTO |
La historia de chicos y grandes iba a ser revolucionada con la tele ocurrente de Cepillín que pronto desbancaría hasta el entonces payaso más importante de la televisión que era bozo cuya idea no era netamente original como la que ahora, el payaso de la tele mostraba, al ser un payaso comercial pero también un payaso que hacía circo y no como ahora se estila en donde el personaje famoso únicamente hace acto de presencia con su propio show sino que Cepillín si participaba en los actos circenses desde el canto hasta el trapecio. Lo que nunca imaginó Ricardo González fue que su personaje vendiera millones de discos con la marca Orfeón al grado de competir de tú por tú con las grandes compañías internacionales y cuyas ventas igualaban a los grandes pedidos de música para adultos de grabaciones realizadas por Rocío Dúrcal, Camilo Sesto, Perales y otra ola de intérpretes españoles que nada más habían podido ser alcanzados por mexicanos como Juan Gabriel, Vicente Fernández y José José por lo que tambaleó el supuesto de que quien no aparecía en los programas musicales de televisa era imposible que se escuchará en la radio y que fuera una buena propuesta para cualquier disquera, situación que molestó a las mafias del poder quienes también notaban a un payaso que en la televisión proponía pensar, dibujar, aprender y saber hacer música. la fama de Cepillín crecía como sus enemigos gratuitos como los bien ganados por el carácter inaccesible del artista de maquillaje risueño y aún más por los programadores de talentos que veían como desde los nuevos valores hasta las figuras consagradas querían aparecer en el programa de televisión de Cepillín. un día de manera inesperada Cepillín fue removido de su programa en el canal dos y vetado de manera inexplicable cuando la teleaudiencia era cada vez mayor. Muchos apostaban de que su regreso inmediato sería inevitable, pero se equivocaron, la empresa monopólica del México de fines de los setentas no iba a permitir que en los aparatos electrónico apareciera lo que la gente necesitaba sino lo que la gente debía consumir en un régimen de gobierno que podía criticar a las dictaduras bajo el disimulo de un presidencialismo que cada seis años señalaba a su sucesor y que determinaba que y quienes deberían aparecer en la televisión.
AQUI NO TERMINA TODO...
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