Queda claro que quienes están en los medios tradicionales de comunicación no están instalados ni por ser periodistas de excelencia o por su brillantez en el panorama del entretenimiento y la información, sino por el contrario, porque su ineptitud resulta funcional para la formación de una cadena alimenticia a base de una interacción esencialmente inútil, bajo un concepto equivocado que incluso ha sido instruido en la formación de estudiantes de periodismo y de algunos creadores de contenido que imitan la inoperancia televisiva, que crecieron bajo el imperio monopólico televisivo y la supuesta admiración a personajes del vocerismo dictatorial imperialista como Jacobo Zabludovsky, y que hoy respetan la actividad charlista caduca que expone Adela Micha, Mara Patricia Castañeda, Gustavo Adolfo Infante entre otros engendros de ese sistema, y que principiantes sin bases ideológicas sólidas consideraba vacas sagradas, sin notar que al fin de cuentas son títeres de la estrategia capitalista bajo el amparo de concesionarios que no buscaban un buen producto de comunicación masiva sino chantajear, traficar y hacer negocios ilícitos con producciones direccionadas a la masa poco pensante. Por eso es de admirar el trabajo comunicativo de la periodista Cora Nelda González cuya trayectoria nació en aquel muladar de micrófoneros en busca de relaciones públicas y dadivas en un extrasueldo, y que sin embargo ha sido capaz de marcar un estilo que la hace ser diferente a los vividores en destiempo y notarse tan fresca como los nuevos comunicadores que comienzan a nacer sin los vicios del pasado, y los cuales deberían observar como material didáctico deductivo, que les haga notar lo equivocado que han estado al seguir a otros personajes. imagénes de cortesía
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