sábado, 30 de septiembre de 2023

ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO...

 


































La demagogia que  acunó de manera normal, principalmente en Estados como el EDOMEX, poco a poco se convirtió  en un verdadero plan de gobierno ante el liderazgo político de Andrés Manuel López Obrador quien llegó a la Jefatura de Gobierno de la CDMX para hacer una realidad las asistencias y pensiones sociales,las cuales implantó unos meses de  haber ocupado su cargo en el 2000 e impulsó a la asamblea Legislativa del exDF, para que en el 2003 se hiciera una ley  y ya no sólo un programa,  para otorgar la pensión alimenticia  a ciudadanos mayores de 70 años. Para el 2019, ya  con López como Presidente Constitucional de México, nace el programa Pensión Bienestar y una Secretaría  que funciona para dar  cumplimiento a tales asistencias sociales  que ahora ya alcanza a personas pensionadas o jubiladas, y que en el 2020 se aprobaron como reforma constitucional, en donde en la carta magna se establece una pensión como derecho universal a partir de los 68 años y en el 2021 se amplió hasta  los 65 años, así como el propósito de aumentar la percepción social hasta 6 mil peos por ciudadano, situación que se concretará en el último año de este sexenio presidencial. La inversión social que tiene el país de 975,016 millones de pesos, que la dibujaban los críticos de las estrategias asistencialistas, como una deuda incosteable e inútil   sin que les haya importado en otros años adquirir deudas privadas en públicas que eran en beneficio de la esfera empresarial nacional y extranjera y no del pueblo de México, -como el caso del FOBAPROA-, ahora se aprecia  como una medida de avanzada que con todo y una pandemia, el gobierno lópezobradorista no  se ha comprometido en deuda a la economía mexicana, que brilla en este sexenio con programas sociales pero también con un peso sólido como no había ocurrido desde hace muchos sexenios, y con récord de inversión extranjera como consecuencia de otras obras sociales y la estabilidad financiera. El programa Bienestar demandó la creación de un banco mexicano al encontrarse todos en mano de extranjeros, y deshabilitar la operación que tenía Banco azteca para el control de tarjetas en donde aprovechaba el ejercicio social en lucro. No se puede demeritar  un plan de estado sin precedentes en la historia de méxico,  que cubre a 11 millones de adultos mayores, con una pensión de cuatro mil 800 pesos bimestrales, entregados de propia mano sin el intermediarismo político, partidario o electorero que tanto daño económico, social y mental causo a la sociedad mexicana el corrupto priísmo y luego pripanismo, cuya fusión siempre había sido negada. el impulso ala calidad de vida  y un alto a la desviación  de fondos como actos de corrupción normalizada, rebasa cualquier situación que denigrantemente  le llamen "populismo" y que se traduce por si mismo,  en un plan de avanzada y de justicia histórica y social.  También se pueden señalar fallas de administración pública en las ejecuciones de la asistencia del bienestar, como lo es la torpe reacción  en la entrega e intercambio de tarjetas que han dejado  sin cobrar a miles de ciudadanos sin la menor autocrítica o rápida corrección, y el desborde legal de garantizar pagos generalizados con el principio de universalidad y no de generalidad en la proporcionalidad del ingreso, pero también se debe apuntar  que tales medidas han logrado llegar a beneficiar  a diferentes grupos sociales, raciales, laborales y a diferentes necesitados  como victimas de las circunstancias personales y el saqueo empresarial y de gobierno, de un pospretérito criminal, en donde el propio gobierno resultaba el agente agresor del Estado y manipulador al normalizar el aspiracionismo y dejando en el olvido al inspiracionismo, como acción legitima de la superación, y la satisfacción honrada   del goce, lo que de manera emergente da origen al rescate del no accionar individualista, que se le ha querido llamar "humanismo mexicano", que al menos no tiene contradicción entre el dicho y el hecho como aquellos ridículos programas malintencionados de gobierno, que llamaban "Solidaridad" en el gobierno del padre del neoliberalismo mexicano que fue Carlos Salinas de Gortari y  aquella "renovación moral" del gobierno jumento de Miguel de la Madrid.



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