sábado, 3 de abril de 2021

NATALY DUARTE PORQUE LA NECESITA LA RADIO

 





























Cuando se habla convulsionadamente de que ya no existen estrellas perdurables en nuestro  panorama musical, la plática se termina y se desmiente cuando ponemos como ejemplo a una estrella como Nataly Duarte, quien con su enorme talento como intérprete se encuentra con una radio muda, que no programa  a los grandes artistas de la música  actual pero ni con payolazo como se hacía en anteriores décadas, sino que se recurre a una programación de catálgo, principalmente de los años ochentas y noventas, y aunque  el género regional mexicano es el menos lesionado en sus tocadas actuales, la programación solamente alcanza a los privilegiados por el influyentismo que pretende hacerlos "estrellas al vapor", como es el caso de los descendientes de los Aguilar o los Fernández, sin que mucho importe volverlos odiosos y al paso del tiempo repudiados por un público y un pueblo de México que no tiene buena vista pero  a la larga, sí tiene buen olfato. Ante el panorama que guarda la radio, los artistas se han vuelto independientes y tienen otros caminos alternativos por explorar pero también por recorrer. Mientras que antes el cantante era codependiente de la estación de radio, ahora  traza su propia ruta, se abre espacios en medios alternativos y hasta en la agonizante televisión, mientras que aquella radio que se escribía con letras de oro y engrandecía grupos radiales como a Grupo  Radio Centro y Núcleo Radio Mil, no se dan cuenta del causal de divorcio que están provocando con los radioescuchas,  al no abrir puertas de par en par a figuras como Duarte, que estamos seguros, que de existir programas como Las grandes Noches, La hora de los Novios, y aquellas de complacencias, ya sería toda una multivendedora de discos  aún con los vicios payoteros de aquella época,y en donde ahora solamente son unas cuantas bandas y artistas, que los venden como sustitutos de los verdaderos  ídolos, y que son proyectados en radio para apoyar  los   intereses subterráneos  de control mediático y no como una demanda cultural pura o artística. La nueva imagen de Nataly Duarte y su indiscutible talento, se perfilan al éxito genuino y no a aquel que construyen los mercaderes de estrellas.