lunes, 25 de junio de 2018

ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR Y EL ULTIMO RESPIRO DE LA IZQUIERDA











































Dos caminos se vislumbran  en esta semana por transcurrir para México; la democracia o el tigre herido de muerte. Ni salvador de patrias, ni redentor  de masas con altos grados de enajenación en bloques, ni mesías revolucionario. Andrés Manuel López Obrador es tan sólo, el político más importante de la historia de este siglo para México y el máximo líder de la izquierda ante el absorbente neoliberalismo y ante un sistema de gobierno caduco pero que sobrevive  en corrupción con un paso del presidencialismo al mandamiento empresarial.  Es López Obrador el personaje más prestigiado y perseguido después de la matanza estudiantil de 1968 y los asesinatos perredistas del salinismo en 1988. es   un punto  de ataque  con la fuerza del Estado y sus poderes fácticos. Andrés Manuel se ha caracterizado como un luchador social desde las bases, para lo que tuvo que escalar mediante sus afiliaciones priistas y perredistas hasta la creación de su propio partido que disfraza un movimiento. Sus primeras acciones importantes fueron tratar de obtener la gubernatura de Tabasco  y ganar la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, en donde desde ahí, entabló el enfrentamiento foxista y desató  a las fieras del Estado fallido. López comenzó  la creación de programas sociales inéditos en el país, obra pública  que se encontraba estancada en la corrupción y lazos de participación empresarial para obtener metas vistosas, que le diera credibilidad para enfrentar  el sistema mexicano de gobierno entreguista, mismo  que con toda su fuerza,  fracasó en su intento de encarcelarlo pero no de concretar  los fraudes electorales de 2016 y 2012 que le impidieron llegar a la Presidencia y que otorgaron la banda espuria a Felipe Calderón y a Peña Nieto. La guerra sucia que resulta fértil en los pueblos educacionalmente limitados y cortos en  su conciencia social, ha estado en marcha durante dieciocho años en su paso como partidista, gobernante y candidato  con un sometimiento al  espionaje y a la calumnia. Ahora con la creación de su propio partido, López Obrador intenta dar la batalla  con las mismas reglas del sucio juego electorero, y se convierte en la única opción de izquierda. De manera sorprendente, en vez de llegar de manera desgastada, lo hace más fortalecido que hace seis y doce años,  con el cincuenta y uno por ciento de preferencia sobre su mal y perverso  imitador Ricardo Anaya y del defensor del "agónico priísmo", José Antonio Meade, lo que ha hecho titubear al intervencionismo extranjero de consentir otro fraude institucionalizado pero sin descartarlo, a pesar de que el país parece desmoronarse.  Después de la votiva que se llevará el próximo fin de semana, en donde el obradorismo porta una banda  de aceptación; podremos ser testigos; o de una infamia  electoral  que aumenta nuestra tragedia de saqueo ideológico, económico, político, social, moral, espiritual, cultural e intelectual; o de  el triunfo  incontenible de la voz de un pueblo  que incapacitado para asumir soluciones, delega y entrega su confianza y su esperanza a aquel, cuyas expectativas  son más altas que su momento histórico y cuyas acciones se mecerán  entre la traición democrática, la inoperancia de Estado o el respiro  de honestidad nacionalista ante unos pulmones condicionados  a una  situación médicopolítica de quien patológicamente  desea ser el mejor Presidente de la República de la Historia  de México con pocos dementes  que lo acompañen en plenitud, en el concierto de su idea. 
 


AQUI NO TERMINA TODO;

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